lunes, 2 de enero de 2012

Egoísmo

Quería hacer un balance del año pasado pero por problemas técnicos con el blog no pude hacerlo, y la verdad que hacerlo cuando ya es el año nuevo no tiene sentido. Lo único que quiero decirles es gracias a los que me leen, los nuevos, los viejos, los conocidos. Fue un 2011 sumamente positivo y espero que el 12 sea mucho mejor, brindo por eso!. Ahora sí, sigamos con el blog.

Egoismo



Todos decían como era. Que era insoportable, que era egoísta, mala gente. Ella no lo creía. Lo veía bueno, dentro de todo. Un poco pesado quizás, un poco egocéntrico quizás, pero egoísta y mala gente, nunca. Ella le creía todo lo que le decía. Creía sus aventuras, sus consejos. Creía que en algún momento iban a estar juntos sin esconderse.

Una noche como tantas otras salían, bailaban, tomaban. Se escondían para darse besitos en el baño o en la vereda. Eran casi adolescentes, ella estaba feliz con esos jueguitos sin darse cuenta que en realidad, la ocultaba. Esa noche no fue la excepción. Se fueron juntos, claro que no "juntos" sino que primero salió uno y luego el otro. Se encontraron en la esquina. Juntos tomaron un taxi, en el taxi se besaron bastante, tanto que no dieron mucho tiempo a la charla. En un momento que se separaron, ella sintió algo raro, como que se había sentado arriba de algo. Metió su mano por debajo de su cola y encontró un iphone. Creyó que era de él, claro, el es de la generación bananas con smartphones, así que se lo dió diciendole -como pudo- algo así como: "se te cayó el iphone.. la próxima me lo quedo". Él la miró sorprendido, agarró el celular y lo escondió. Claro, tenía experiencia en esconder cosas. Llegaron a su departamento piratón y mientras subían le dijo al oído que no era suyo, que ella lo había encontrado en el taxi, ella se lo pidió pero èl no se lo quiso devolver. En lugar de seguir besádose y pasar a otros placeres, se quedaron vario rato revisado el aparatejo: los mensajes, las fotos, etc. Intentó adornarla y halagarla haciéndole creer que ella es así, tiene otro nivel, que no se encuentra un nokia 1100 ni un alcatel trucho, se encontró un Iphone, ese celular que ella siempre anhelo pero no tenía los recursos -que el sí tenía- para comprarselo. Aún así, se lo quedó. Prometió devolverlo a su dueño o venderlo y donarlo a alguna entidad de niños. "¡Qué buena gente es!" pensó ella, cansada de escuchar a otros hablar sobre su maldad cuando en realidad no le importa la plata, ni la tecnología,  ni nada de eso. Se fue a su casa tranquila, porque el hecho no iba a trascender ni tenía que dar explicaciones de dónde lo sacó, de quién era, y no iba a cargar con la culpa. Él se iba a encargar de eso, él iba a llevar esa mochila y se iba a hacer cargo de lo que sea necesario para encontrar al dueño de ese celular o hacerlo pan para los carenciados.
Era su ídolo. Arriesgarse de esa manera por ella le hizo pensar que era el momento de dar el paso, de llevar la relación a un plano más, el momento de dejar de esconderse con sus amigos y el mundo, el momento del amor.

Hasta que él empapeló el facebook, twitter y toda red social con su foto con dos celulares -el de él y el perdido-, se acreditó haberlo encontrado, y se lo vendió a un amigo.
Ella no dijo nada, claro, porque a diferencia del iphone, estaba a escondidas.