miércoles, 14 de diciembre de 2011

Fideitos para guiso

Aún hoy me parece extraño no verlo. Me parece raro pasar por la esquina de la casa sin pasar un rato. Aún hoy y aunque pasaron tantos años me sigo acordando de su risa, de sus chistes, de su radio y su pelopincho del verano. Me sigo acordando el gusto de los fideos gnocchi (que eran los únicos que me hacía) en los platos blancos de lata, de el juego de las manos que hacíamos y de que a dos gatos les puso Benito.
Pasaron años, varios. Las leyes de la vida nos separaron cuando yo todavía era una púber, no estuviste en mis 15, en mi egreso, ni en otros momentos importantes, así que me acostumbré a no tenerte. Cuando a veces no te recuerdo o me olvido una fecha, pasan cosas como me pasaron ayer, que te soñé, soñé con escribirte, con que leías lo que te escribía y entre lágrimas dormida me dí cuenta lo mucho que te extraño, cómo me gustaría tenerte acá. Quedó en un sueño, claro, de esos que son muy reales pero al otro día te levantás y no te acordás bien qué soñaste.
Anoche haciendo las compras en coto, entre góndola y góndola ví algo que hacía muchísimo no veía. Las cosas pasan por algo, creí siempre. Y yo creo que me mandaste una señal. En la góndola de los fideos, los primeros que ví fueron los gnocchis que siempre me comprabas, de la única marca que creo que existe y en oferta. Los compré, comí guiso de fideos y se me cayeron un par de lágrimas en el Coto, y mientras escribo esto. Yo también te extraño, Papi Beto.


lunes, 5 de diciembre de 2011

Cry baby


Y qué pasa si te digo que me duele, que me lastima?. Qué pasaría si te invito a que entres a mi cabeza y te fijes lo que pienso porque no me salen las palabras para decirtelo, para contártelo?. Quiero que las lágrimas sean de mentira, de actriz, de risa. La cabeza explota y lo único que piensa es en apagarse por un rato, de no pensar más. Y llueve o está a punto e hacerlo, hago llorar al cielo para que entiendas que estoy triste, que ya no me entiendo ni entiendo nada. Y veo gris, como el cielo, como las nubes.<em> Y lloro, siempre termino llorando.</em>

domingo, 4 de diciembre de 2011

Todo un inmenso jardín...



Una vez me dejaron plantada en el Abasto. Un chico que me encantaba, fué y como llegué un rato más tarde se fué y me dejó plantada. No me avisó al celular, nada. Llegué, lo esperé 30 minutos y cuando lo llamo el ya había planeado una cena con sus amigos. Lloré, lloré mucho. Me hice 50 minutos de viaje para verlo y el se fué. No había pasado nada con él, y me dejó plantada. Le grité por teléfono, le dejé mensajes gritando, dí pena y bronca al mismo tiempo. Daba pena, caminaba por Corrientes con lágrimas en los ojos y cara de loca. Me fuí a ciber que había al lado de Azucar Almagro y le mandé un mail diciéndole lo forro que era, que cómo me había dejado plantada. Volví al shopping, esquivando a Barney y a Spiderman de la puerta, intenté calmarme y me volví a mi casa.

Pasó el tiempo, no hablamos más, hasta que de un día para el otro volvió. Hablamos, perdones, cosas que pasan, y volvimos a fijar un punto de encuentro, esta vez, era Amerika, el boliche gay. Nos encontramos, finalmente ahí. Cuando nos vimos nos quedamos hablando un rato, él se encontró a una chica, no sé quién era esa chica, la saludó y se quedó hablando, lo cual me dió celos y me fuí a dar una vuelta. Cuando volví, recibí una explicación sobre que la chica no era más que una amiga y que no me ponga celosa. Y en la barra donde daban el champagne, nos dimos un beso, el primer beso. Ese fué el primero de muchos otros besos que nos dimos.
La primera vez que estuvimos juntos fué en su casa, fué una cena especial, esas cenas que sabés que son únicas, una cena cursi. Una cena con velas, sushi y champagne. Yo tenía una bombacha amarilla y blanca, comprada especialmente para la ocasión que me hacía juego con la flor amarilla que tenía en el pelo. La primera vez fué ideal. La química fué ideal.
Pasó el tiempo, pasaron las salidas, el verse muchas veces a la semana, compartir recitales, lugares, amigos. Llamadas interminables por teléfono, frases: "sos tan linda, vos me vas a romper el corazón a mí", y yo me reía. Pasaron las peleas, bipolaridades, peleas, mas peleas, reconciliaciones, te quiero, no te quiero, quiero estar solo, quiero estar sola. Siempre volvíamos. Las palabras no tenían peso, las peleas tampoco. Siempre volvíamos.
Hasta que no volvimos más. Basta, era un basta de verdad. Pero después del basta siempre hay vueltas, vueltas buscando sexo, vueltas buscando la bombacha que te olvidaste aquella vez... vueltas, vueltas por tus amigos en común, vueltas por encontrarte en x lado. Hasta que llegó mi cumpleaños. Un cumpleaños que festejé en el lugar donde nos besamos, en Amerika. Y como Amerika dá para todo, el fué. No sé bien todavía cómo se enteró, podemos decir que me conocía lo suficiente para saber que siempre festejo mi cumpleaños ahí. Llegó solo, solo y borracho. Borracho, solo, arruinado. Un amigo vino a advertirme que estaba. Que estaba solo. Solo, borracho y arruinado, ya lo dije?. Vela derretida, me dijo mi amigo que parecía que tenía en la cara. Yo no estaba sola. Estaba con amigos y con un chico. Lo insulté, lo eché. Me fuí con el chico y el se acercó y me tiró un trago encima, que esquivé, claro. Se quedó merodeando, hablaba con mi amigo, le decía que el chico que estaba conmigo era un gil. Que me había ido a buscar. "Qué te pensás? que te va a esperar siempre a vos?", le dijo mi amigo. Lloré, en mi cumpleaños, en amerika, lloré en el baño, mientras una amiga me consolaba, y un travesti me peinaba. Y otro me decía "No tenés que derramar ni una sola lágrima por un hombre, ni una". Yo tenía unas medias increíbles, que se arruinaron al caerme en medio de la pista. Me fuí. Hablé por msn al otro día, y le dije una frase que nunca pensé que le diría "vos me rompiste el corazón a mí".
Porque las cosas cuando empiezan mal, siempre terminan mal. No es como en las películas.
Y así, Amerika se convirtió en el lugar donde nos vimos por primera y última vez.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Summer morning



El calor me tumba. Me tumba de muerta total. Me baja la presión, me pongo más blanca, mucho más de lo que ya soy. Nacha Guevara, Casper total. Para las mañanas está bueno tomar un jugo de naranja recién exprimido o en su defecto un jugo citric. No hay en este momento pero es una meta a cumplir.
Pocas cosas me gustan del calor en sí. Me gustan las noches de verano, dormir con la ventana abierta, poner el ventilador o el aire y dormir tapada igual. Me gusta tomar cerveza en una mesa en la vereda y usar vestidos, comer picadas y tomar helado de granizado y banana, aunque sea muy cliché. Me gusta que en verano está la navidad, y la navidad siempre nos gusta, porque en navidad siempre está todo bien. Me gusta que la calle esté vacía en enero, que todos estén en la costa o repartidos por ahí.

Este año tuve dos veranos, dos calores. Usé más sandalias que botas, más shorts y vestidos que de costumbre. Conozco una señora que vive en verano, que no soporta el invierno, y así va, del verano europeo al verano porteño como si lo friolento se solucione solo con tomarse un avión. Pero ella se lo busca. Yo mas o menos. Un año de verano, con un poquito de frío en el medio y sufriendo más el verano porteño que el europeo. Usando ropa de marcas extranjeras y con el pelo un poquito más largo, tomando mate por las mañanas porque todavía me olvido de comprar jugo o una juguera, dando besos, besotes y piquitos por las mañanas y durante el día me despierto un feriado con ganas de escribir algo lindo (porque lo anterior también lo era pero no tuvo quorum o trajo problemitas no tan menores que se solucionaron con más y más besos), oliendo el perfume de los jasmines de mi mamá, con una gatita saltando en mi cama y mordiendome los pies, y mi amor dandome besos, besotes y piquitos.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Chongo profesional

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Hay hombres para todos los gustos, para todas las mujeres. Y también hay muchas mujeres para un mismo hombre.
Nos conocimos hace mucho tiempo, más tiempo del que a una le gustaría. Miro para atrás y me veo tan distinta que me sorprende cruzarlo tan igual. Por alguna razón hablamos cada tanto. Por algún motivo solo estuvimos una vez. Y recuerdo a la perfección esa vez. Creo que nunca ví a nadie tan profesional en el arte de aparentar. Me acuerdo verlo con su equipo de gimnasio y su bolsito adidas, mientras su mujer creía que estaba en el club y estaba revolcándose en algún hotel. Me acuerdo verlo grande, del color de sus ojos y de cómo se modificaban al hablarme de su hijo. Más allá de cualquier juicio a la moral que pueda hacerse, desde siempre tuve detalles de su vida. Siempre hablábamos, recibía sus consejos y algunas críticas hacia mi edad que, justamente, era lo que más le había atraido de mí. Le conté cosas que no había contado o no me animaba a contar. Me reía con sus locuras, con sus perversiones. Porque sí, todo lo que no hacía con su esposa (a la que no tengo dudas amaba), por alguna extraña razón lo hacía con otras... y otros. Desde trios con travestis hasta que le presente amigas rubias y tetonas, pasando por consejos de autoestima y el jardín del nene. De todo eso y más hablábamos. Las charlas que al principio eran sexuales se convirtieron en confesiones y refugios.
La vida nos separó de a poco. La mía cambió, como era natural, pasando de la adolescencia a una joven adultez. La de él no. La anteúltima vez que charlamos me contó que estaba mal. Que estaba enamorado y que su amor era correspondido pero imposible, que no hablemos más del tema y nunca más se lo vuelva a mencionar.
Y no se lo mencioné más. Pero pensé y pensé y repensé las veces que me contó que no sentía nada con otras mujeres, que el amaba a su esposa y pensé y repensé que tal vez era yo, y luego me di cuenta que no, que no era yo, que yo le caía bien, vaya a saber por qué, que le había salido el tiro por la culata con otra mujer, u hombre, ya nada me sorprendía de él. La última vez que hablamos le conté cosas mías, recordamos algunas en común y nos reímos bastante. Y sobre todo me acordé de que no tenía que hablar sobre ese amor, aunque moría de ganas de saber cómo estaba. No volví a encontrar su mirada ganadora, aunque sé que sigue frecuentando antros a horarios de gimnasio y acosando rubias. Pero tengo la seguridad (o tal vez la esperanza) de que solo me lo contó a mí. Pero su fachada de chongo profesional ya no era la misma.

Moraleja: los hombres se enamoran, hasta los soretes cagadores.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Dar es dar

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Te das cuenta que sos linda cuando un chico te deja pasar primero en la puerta del banco. Te das cuenta que sos linda cuando te dejan sentarte a vos primero en el subte o colectivo, cuando cruzás miradas pícaras con alguien en la línea d, o la b o la c o el premetro. Te das cuenta que sos linda cuando te anotan en un papelito el número de teléfono y te lo da una moza. Te das cuenta que sos linda cuando un mozo te dice que sos linda y te invita una copa de vino. Te das cuenta que sos muy linda cuando vas caminando por la calle y se dan vuelta para verte y sentís chiflidos de lindura y otros adjetivos calificativos sobre tu belleza. Te das cuenta que sos linda cuando te encaran en un boliche, en un bar, en un after office. Cuando te regalan tragos, te dejan pasar gratis, te sacan fotos, solo por ser linda. Te das cuenta que sos linda cuando te regalan flores porque sí, cuando te mandan un sms de que sos linda. Te das cuenta que sos linda cuando te ponen “me gusta” en tus fotos más hot de Facebook, y en las otras también, pero siempre en las que estás sola. Te das cuenta que sos linda cuando te comentan que sos muy linda. Te das cuenta que sos linda cuando te agregan hombres potenciales candidatos con pocos amigos en común. Cuando te agregan por tu foto de perfil, definitivamente te das cuenta que sos linda. Cuando sentís que te quieren dar, te sentís linda y dable. Y cuando ves que como a vos, ese mismo agregó a 15 amigas en común.

Te das cuenta que todas son dables.

(Porque te olvidaste que los hombres le dan a cualquier cosa.)

miércoles, 28 de septiembre de 2011

En edad

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Todo bien bonita, pero yo estoy para otra cosa... -me decía mientras comía mandarinas- no estoy para histeriqueadas. Vos no te vas a bancar mi vida y a mi la verdad mucho la tuya no me va. Yo vivo a full y vos con tus pendejadas... creo que deberías madurar un poco, no es que te pido tanto, todas las chicas lo hacen. Ya sé que es tu primera vez y tenes miedo que te duela pero yo estoy acá para cuidarte. Bueno, estaba, chiquitita, porque hasta acá llegué. Sos muy joven y bueno, no sé si te podés bancar una relación de este tipo, los nenes y eso. Que no quieras hacerlo, significa una falta de maduración, que la verdad no estoy para soportar. Si no me lo podés entregar, significa que no me amás.
Yo ya estoy para otras cosas, viste... yo ya me cansé de hacerlo de la manera tradicional. Hay miles de minas que quisieran estar en tu lugar, minas maduras, viste.

Yo ya estoy en edad, viste.
Ya estoy en edad... de ser un pelotudo.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Ojos de llorar

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Venía mirando por la ventana. Venía mirando por la ventana con ojos tristes. Se ata el pelo lacio y algo teñido y suspira. Mira hacia afuera pero observa hacia adentro. Tiene ojos tristes, ojos vidriados. Los cierra y puedo ver restos de maquillaje, de delineador barato comprado en algún todo moda, de rimmel un poco mas caro corrido (una siempre gasta más en rimmel que en delineador, no sé por qué). Vuelve a abrir los ojos y pide permiso con una voz cordial al pasajero a su lado y espera parada a mi lado que las puertas se abran. Todavía tiene ojos de llorar. Siempre que veo una mujer que está lloriqueando pienso que atrás hay un hombre que lo provocó. Se desata el pelo y se lo enrosca hacia un costado, lo tiene tan lacio que se desenrosca enseguida. Se refriega los ojos, su nariz está rosada, suspira, se abren las puertas y se baja.

Esa sensación que inunda los ojos cuando uno llora. Ese estado que no permite que te digan a o b o c o te toquen porque larga un mar de lágrimas. Ver borroso. La cabeza te duele. No hay nada mas feo (o más dramático) que llorar por la calle. Te mirás en las vidrieras, en un espejo de un ascensor. Te miras directo a los ojos, a lo más profundo de tu mirada. Otra vez llorando, no importa lo que pase o lo que feliz que seas, otra vez estás llorando. No viniste para eso, y terminaste llorando. Llorás de tristeza, de felicidad,de insatisfecha, por la vida, por la plata, por la leche derramada, por neurótica, por rara. Todo el mundo lo va a notar en la calle o donde vayas. No hay gafa que lo disimule. Estuviste llorando. Se nota. Tenés ojos de llorar.

Solo las mujeres tienen ojos de haber llorado, se nota. No vale la pena gastar en rimmel waterproof.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Los celos te volverán loca

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Estamos en la época en que las comunicaciones en donde todo el mundo se entera por twitter en dónde estás, donde el facebook te sugiere hacerte amigo de tu ex o peor, de la ex de tu pareja y donde muchachas/os posan desnudos para darle celos a alguien. Todos, TODOS tenemos un muerto en el placard. Todos. Algunos más, otros menos. Nadie queda a salvo. Todos fuimos conquistados o conquistamos a través de alguna red social y todos alguna vez nos hicimos un perfil en alguna página tipo badoo o de citas. Todos lo hemos utilizado como un medio más para no estar tan solos o buscar nuestra media naranja. Ahora, me pregunto: cómo influye esta masividad de información y comunicaciones cuando uno ya encuentra su pololo?. Por qué sufrir al ver una nueva amistad con el sexo opuesto, por qué revisar todo un muro en busca de un indicio de un huesito, por qué, señora, maquinarse con esa foto con la muerta de su placard, por qué esconder esa foto que estás borracha, con 4 chongos rodeándote, por qué cuidarse de aclarar que el que te firma los estados es puto?.
Todos tenemos pasado. A veces nos condena, a veces no tanto. No se vuelvan locas/os, estimados. Por más que tengan un cementerio en el placard, si te caga, seguro no lo va a publicar en facebook.

Así que chicas, no se hagan la cabeza. La que busca, encuentra. Y si la tortilla se da vuelta y te buscan cosas a vos, estás en el horno, putita.

martes, 13 de septiembre de 2011

Lección para estudiantes

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Terminar la secundaria implica muchas cosas. Te das cuenta que la plata mueve el mundo, que saber sobre química y esas cosas no te va a servir para nada y sobre todo, que los amigos no son para siempre.
En la escuela no era la más popular, ni la más linda, ni la más nada. La primera fue cruel, la secundaria tal vez también, pero ahí ya me chupaba un poco más un huevo. Cuando estás en el colegio crees que todo lo malo que te pasa es terrible, irremontable. Que ese chico que te gusta no te de bola te hace sentir horrible. Que no te elijan para el equipo de gimnasia te hace sentir mal. Que no te inviten a una fiesta o pijama party te deprime. Que tus compañeras aparezcan cada vez con la pollera más corta y vos la tengas por la rodilla te hace sentir como el culo. Llevarte gimnasia, es de loser. Desaprobar la prueba en la que todos se copiaron y aprobaron, definitivamente es de loser.
El "loser" se usa mucho en la escuela, muchísimo. Se supone que lo son los que están solos o tienen pocos amigos. Los nerds, los gordos, los flacos, los feos, los que usan anteojos, los petizos, los muy altos. Los populares siempre son los/las más lindos/as, los piolas, los cancheros, los vivos. Los que tuvieron la suerte de tomar de punto a uno y señalarlo con el dedo para aumentar su popularidad y bajar la del otro. Esto afirma que para que exista un popular, siempre siempre siempre tiene que existir un loser.
Pasan los años, crecemos, cambiamos, cambian los papas, etc etc y la época escolar queda atrás. Muchas veces se retoma solo si seguís hablándote con algún compañero/amigo, en las reuniones de egresados o por el facebook, gran generador de encuentros. Y no hay nada mejor -y el que quiera puede decirme lo contrario- que, pasados los años, ver hecho mierda la popular del grupo y vos estar divina.

Así que, chicos, si se encuentran en la edad escolar, sean amigos de los quieran, que los insultos los resbalen, estudien para aprobar, no para el 10, después no sirve para nada. Copiense si pueden. Y cuando el/la popular, venga a bardearlos, recuerden que en 10 años los roles se van a invertir.

martes, 30 de agosto de 2011

El primer beso

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Estamos todos de acuerdo en que el primer beso es en la primer cita, cierto?. Bien. Seguimos todos de acuerdo en que el primer beso debe darlo el hombre?. Un poco, bien. Resulta que se dieron vuelta un poco los bandos y el hombre, macho, banana, porongón, galante y atrevido que arrinconaba a la dama en esa primer cita ya sea en un bar, cine, puerta de casa/depto/telo/plaza y le cortaba la respiración con un beso embriagador y romántico con el encanto que tiene solo ese beso, el primero, el que decide que esas dos personas, al menos por ese momento, ya no tienen esperanza de ser solo amigos y sus lenguas dan vueltas, hacen dibujos, se muerden un poquito y se llenan de saliva el bozo.
Ahora: qué pasa cuando ese tan ansiado beso, demora?. Hay un tiempo determinado para dar el beso. Hay un momento en que nosotras, chicas, nos quedamos en silencio, si estamos sentadas cruzamos las piernas y revoleamos los ojos y para que ese hombre comprenda que es el momento de intercambiar saliva. Algunos tardan más, otros tardan menos, pero no es específicamente la demora lo que puede hacer que las ganas de que las lenguas se choquen desaparezcan, sino las actitudes que pueden tener los hombres en este momento.
Algunos ejemplos: tenemos a los preguntones, los que te dicen "te puedo dar un beso?", o "querés que te de un beso?". Chicas, no hay nada que te la baje más que un chabon que te pregunta cosas así. Es muy probable que en toda su relación te haga preguntar eternas: "te gustaría que te de la mano?", "te puedo sostener las bolsas?", "querés chuparme la pija?".
Otra de las actitudes que tiene un hombre en este momento es ir al baño en ese preciso momento que vos estás lista para ser chapada. Después de 4 horas y media en ese bar, estirando ese segundo mojito para no ponerte tan en pedo y no caer en la tentación de sexo first date, el se da el lujo de ir al baño en el momento mágico. No sabés bien que va a hacer, si va a tomar coraje frente al espejo, si va a llamar a un amigo para que lo salve de calvario, si se va a hacer una tota, no sabés. Lo único que sabés es que tenés unas ganas locas de agarrar la cartera y salir corriendo de que este lerdo no te haya tranzado.
Y la última actitud que elegí -sabemos que hay muchas- está el que te tira el fardo a vos. El que intenta ser él el conquistado, el cortejado. Si la cita es una de esas -after facebook,badoo,twitter, entre otras redes sociales- la pregunta del "zafoli" es siempre del estilo: "y... contame, por qué me querías conocer?...". No entendemos muy bien qué es lo que pretenden que les contestemos, "y, te queria conocer porque estás mas bueno que comer con la mano y quiero que me garches salvajemente", o "queria salir con vos porque estoy buscando desesperadamente el padre de mis hijos porque me llega el cuarto de hora". Pero no, las mujeres no podemos ser 100% sinceras en ese momento y contestamos algo así como "porque me pareciste interesante, no sé, que se yo, ni me acuerdo!", pero en realidad si te acordas, cada detalle, sabés toda su vida antes de la cita, o googleaste aproximadamente 20 veces en distintas pc, te sabes los nombres de sus ex, tenes fotos de ellas y de su familia. Pero él NUNCA se enterará de eso. Se hará el banana y ahí, después de hacerte pasar un momento choto e incómodo de tira fardo rompe código, te besará sintiéndose un poco más sorete.
Igual... qué lindos son los primeros besos!

lunes, 15 de agosto de 2011

Volver

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Cuando volvés de un viaje largo todo es distinto. La gente te quiere ver, aunque antes de irte pasaban la misma o mayor cantidad de tiempo sin encontrarse y nadie decía nada. Cuando no estás en tu casa cada vez que te conectas tenes muchos mails pero pocos mensajes de texto. La gente te pide cosas, te pide regalos y encargos porque cierran las importaciones, tus amigos te dicen de verte y que les cuentes de tu viaje cuando en realidad no hay mucho por contar... contar experiencias en los viajes se torna aburrido. No es lo mismo contarlo que vivirlo, pierde la magia. Para vos, inclusive, la genialidad de ver Venecia al bajarla y contarla se torna cliché, obvia, decir: "Venecia está llena de agua, una belleza", es una obviedad, es algo que se ve en las postales y cualquiera puede descubrirlo al buscarla en el google.
Pero viajar siempre es una experiencia maravillosa y renovadora. Cuesta volver a adaptarse. Cuesta bajar la información que uno tiene en la cabeza. Y en este viaje me agarró distinta, distinta a cómo saqué los pasajes, distinta a como planeaba para este blog y para la vida. Y me quedo con las calles de Venecia, con la belleza de Paris, con el teatro que ví afortunadamente casi todos los días, con la cantidad de libros que leí, traje y que llegarán en encomienda pronto. Con la ropa, la electrónica, la magia que siempre le encuentro a New York. Me quedo con eso, pero más me quedo con lo que aprendí. Aprendí a extrañar, a llorar, a sentirme sola. Es emo, leído así, pero yo nunca me sentí sola. Nunca. Un mecanismo de defensa impedía hacerlo y hacerme cargo de mi segundo-primer nombre (Soledad). Y este viaje me agarró así. Sola. Viajando sola y extrañando. Llorando en lugares donde muchos matarían por estar y burlando monumentos antiguos. Y así volví, riéndome de un primer mundo que me pegó un par de cachetadas y me despertó el corazón.

domingo, 10 de julio de 2011

Zarzuela de brunch

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El primer mundo tiene eso, que es primer mundo, entonces todo es antiguo, que no le quita lo lindo, ojo, pero es retro. El primer mundo es retro. Y sí tenemos mucha variedad de cosas, aunque todo cierra temprano en lo que a comida se refiere y la oferta cultural en verano se reduce un poco. En Londres la gente es fría,los chongos son colorados a mas no poder y cuando pasa una chica linda le dicen yeahh, yeahh, más de eso no. En Paris son mas galantes, más caballeros, las chicas son lindas, están a la moda. Y en Madrid... ay, qué linda es Madrid. Llena de bares hasta el cansancio, las cañas son válidas en cualquier momento del día. Muchos Mickey, Minnie, estatuas vivientes flamencas y hasta camellos adornan la Plaza Mayor, como si fuese la peatonal de Mar Del Plata Europea. El Museo del Jamón alberga jóvenes, viejos, turistas y no tanto que desean degustar jamones, bocadillos y cañas a tal solo 1 euro, osea, unos 6 pesos argentinos. Podemos afirmar que con 12 pesos uno puede tomarse una birra con un sandwich de salame y sentirse más autóctono.
Ahora es domingo, estoy sentada en un bar bastante cheto de La Latina, un barrio plagado de bares y muy ruidoso por las noches, y espero mi brunch. El brunch no es Español, tampoco Argentino, pero nos gusta igual. Por 18 euros puedo comer hasta que me canse entre dulce y salado sin dejar una miga en el plato, porque claro, el cambio no nos beneficia. Mientras como el paso 1 de este desfile de comida viene un señor. Un señor que camina despacio frente a este bar-cheto entre tantas tabernas y barsitos de moda y/o malamuerte. El señor tiene una camisa cuadrillé, pelo canoso, tiene una rosa roja en la mano. Se detiene y se acerca a la lista de precios que se encuentra pegada en la entrada. Se va. Muy caro, pienso yo. Y viene mi paso 2, que acompaño con el cóctel del día que se llama Mimosa y eso me causa un poco de gracia. Leo revistas, leo un flamante libro teatral de los varios que me compré y por los cuales tendré que pagar exceso de equipaje, porque el saber a veces ocupa lugar. Y vuelve, vuelve el señor cuadrillé. Esta vez sin rosa en la mano, pero con una señorita -o señora- muy paqueta a su lado, con anteojos obscuros, pelo corto, rubio y bien peinado y un vestidito que en alguna época fue furor, y ahora es un vintage. Se sientan cerca mío, en la vereda, que es muy grande, en una esquina, frente a una Iglesia. Mucha Iglesia en Europa. No logro escuchar qué hablan, mi paso 3 del brunch me acapara toda la atención, pero puedo escuchar el acento local, el cual no tenía la camarera, que tenía un acento más latino. Se pidieron dos cañas. Vieron? les dije, yo comiendo huevos benedictinos y ellos tomando cañas a las 13hs, quien sabe si en ayunas, quien sabe si no. El intenta pagarle a la camarera pero la chica le responde que más tarde. Se lo nota nervioso. Terminé mi plato, pienso lo lindo que es comer en los viajes, pienso que extraño y que es un viaje largo pero que me gusta la ciudad. Pienso como ir al aeropuerto mañana. Hasta que escucho: "Usted me quiere Alberto?, Usted me quiere?", lo decía la señora, la rubia con gafas, lo decía en un volumen considerablemente alto y el señor la calmaba apoyando su mano en la de ella. Llora, puedo verlo, se acomoda las gafas y se seca las lágrimas.
Vino mi postre, un postre empachoso y de gorda. Ya estoy llena pero lo como por el temita del euro-peso. Mientras como las cosas se arreglan, menos mal. Ella sonríe, sonríe sincera. Pido mi cuenta, pago con tarjeta, un euro de propina está bien?, bueno, dos.

Me estoy por ir, y escucho a la señora que se para y agarra una carta y, con la típica pronuncación del español a lo inglés, dice: "sí Alberto, pidamos un BRUNCH"

lunes, 6 de junio de 2011

Llena de monos

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Pará pará pará... pará un toque la maquina, apagame la radio, si seguís pensando así te vas a quedar sola. Sola como loca mala. No des vueltas en la cama, dormí tranquila. Relajate. Respirá. Podés dormir profundo si querés, es más, dormís profundo. Te levantaste a la madrugada porque soñaste esos sueños que parecen de verdad pero son mentira, y lo despertaste y le dijiste que pensabas que se iba al easy. Cualquier psicologo intentaría interpretar ese sueño tan absurdo de que alguien se pueda ir al easy a las 4 de la mañana y sobre todo por qué el easy?, si vos odiás el easy, odiás pasear entre las maderas, las sillas de jardin y los bonsai. Por alguna razón tu inconsciente colectivo pensó que se iba a ir, a un lugar que odiás, totalmente absurdo y en una hora desubicada y que te iba a dejar sola. Y a vos te encanta dormir sola, pero tenías miedo de que cambie una madera, por vos, un bonsai, por vos, una cajera del easy, por vos.

Tomate un valium chiquita, porque si seguís diciendo ese tipo de cosas te van a dejar sola y se te van a ir a makro.

jueves, 2 de junio de 2011

Lo que mata es la humedad

You were meant for me

Viste que los días nublados te ponen como en cámara lenta todo el día?. No me podés negar que no pasa.. además viste que sos como de cera, como que te si te estirás la cara la cara te queda estirada, todo es más lento, las siestas se disfrutan más... dormir la siesta es una de mis actividades favoritas, es como: "pará loco, voy a dormir la siesta", el mundo se detiene por esa media horita o un poco más que te dormis y te despertás nueva, con energías cargadas o de mal humor, y puteás a todo el mundo y todo el mundo te dice que sos una histérica y vos en el fondo sabés que fue porque te despertaste de esa siesta re linda soñando cosas re lindas y lo último que querés es que te manden a hacer cosas o te tiren mala onda.
Y vas... con la cámara lenta caminando, y todo es gris, tenés un paraguas -o no- por las dudas en la cartera y hay olor a lluvia, como si Gene Kelly estaría escondido para salir en cualquier momento bailando por ahí, te duelen los músculos los huesos o no sabés muy bien qué es exactamente lo que te duele pero le echás la culpa a la humedad, al igual que por tu pelo frizzado y una nube muy parecida a las del cielo se forma en tu cabeza llena de quejas quejas quejas que él pincha cuando viene y te da un beso en cámara lenta.

miércoles, 1 de junio de 2011

Otoño

otoño

A mí antes no me gustaban los colores del otoño, los marrones nunca me quedaron bien, todo me parece un poco más melancólico, hace frío, que si bien me gusta, en oto´lo siento gataflora, siento que a veces hace frío y a veces calor, no sé que ropa usar. En las vidrieras reinan los marrones, caquis, las chicas empiezan a usar botas beige. Mi blancura se empieza a notar un poco más. Tengo que maquillarme en tonos dorados y, marrones, como ya dijimos, porque sino ya pasa a ser algo más de invierno que de otoño en sí.

Pero lo que menos me gusta de esta estación, a diferencia de la primavera, es que es de transición. Siempre hay cambios en otoño, siempre. Los amores de verano terminan, la ropa veraniega se guarda, se come más, se reactivan los negocios que cuando hacía calor y eran vacaciones no funcionaban, la gente tiene frío y busca desesperadamente a alguien para compartir el frío. Yo no soy la excepción, claro. Este otoño me sorprende con muchos cambios, todos en su mayoría buenos. Me sorprende con una temporada maravillosa, mostrando lo que hago, creciendo, rodeada de gente hermosa, talentosa y que me quiere. Me sorprende a punto de hacer un viaje de cambios, planeando cosas a mi vuelta, dejando otras y sin tenerle miedo a cambiar. No tengo miedo a arriesgarme a nada, y no tengo miedo de decir cosas que sí tenía miedo de decir. Me liberé con mucha gente que me hacía mal. Pude separar lo que me hace bien y lo que no. Lo que me sirve y lo que no. Lo que disfruto y claro, lo que no. Tengo nuevos proyectos que me hicieron indagar sobre un pasado no muy lejano y descubrí algo que ya no soy, que ya no quiero ser, y sobre todo, que crecí. Entramos en junio, el mes de mi cumpleaños, y estoy orgullosa de poder decir que no necesito que llegue el día que sumo un año más para afirmar que crecí, y que algunas cosas del pasado se amarronaron y cayeron en el suelo, como en el otoño.

jueves, 26 de mayo de 2011

El fin del mundo



Si mañana se termina el mundo, no tendría que confesarme frente a un cura, lo haría frente a todos los que alguna vez les mentí. Buscaría a mis amores imposibles y les daría un beso. A los que tenga mas a mano o más tiempo, me los cogería. Llamaría a mis ex para insultarlos y llorarles a la vez. Llamaría a las mujeres/novias y advertiría que su novio las caga. Nadaría desnuda. Comería mucho guacamole y un postre balcarce yo sola. Bueno, una chocotorta también. Pediría perdón a todos los que no me animé a pedirles. Putearía a la gente que odio en mi familia. Comería un asado con mi mamá, mi papá, y mi hermanito. Jugaría a los legos con mi hermanito. Dormiría por última vez con mi gata encima. Robaría muchos vestidos y zapatos de locales grosos. O bueno, me los compraría, total, mañana se termina el mundo. Iría a alguna obra de teatro que me encante. Organizaría un evento en donde pueda cantar mis canciones favoritas. Llamaría a ex compañeros de colegio que fueron crueles conmigo y les contaría lo bien que estoy y me siento. Abrazaría a mis amigas/os un rato largo. Me pondría extensiones. Pasearía con taco aguja y pestañas postizas a las 15hs. Le diría a todos que todo lo que hice lo hice con esfuerzo, y que si no se terminaría el mundo haría mucho más. Miraría para atrás, y me sentiría orgullosa de lo que hice.

Y si no se termina, podría hacerlo igual.

martes, 17 de mayo de 2011

La seguridad

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Ella caminaba firme, con la seguridad de que su cartera era una imitación -muy buena- de Prada. Tenía la seguridad de que se veía muy bien en sus nuevos tacos y que estaba espléndida y flaquísima. Desde el taxi hasta el destino contó un total de 7 piropos que está muy bien para el turno noche. Tenía en ella la seguridad que le faltaba con el otro. Iba a una cita a ciegas. No estaba segura si ese chico era lindo, feo, alto, bajo. Pero caminó ella, su seguridad y su ego hasta el bar en donde planearon verse. Se sentó en la barra y esperó. El barman le preparó un mojito, especialidad de la casa. Ella lo recibió, por supuesto, pero aclaró que esperaba a alguien. Pasaban los minutos, las parejas, los hombres de traje que no eran su cita. Pasó un tiempo considerable para que sospeche que su cita a ciegas no iba a venir. El lugar estaba repleto de hombre solos, de traje. Ella intentó sacar hombrito, cruzarse de piernas para llamar su atención pero no, estaban refugiados en su vaso de whisky contra la barra. Se hizo la imagen de que a lo largo de esa barra eran todos hombres, de negro, y ella en el medio, de rosa y zapatos altos. Se imaginó cantando como Marilyn Monroe rodeada de chongos y subiéndose arriba de la barra al estilo Coyote Ugly. Los mojitos seguían saliendo. Su autoestima bajaba. Sospechaba que su cita había entrado, la había visto, no la había gustado y se había ido con la primer mina tetona que encontrara. La seguridad que tenía al entrar se disolvió en el ron de los mojitos, en su rimmel corrido. El barman la miraba, tenía una boina blanca, le preguntó si estaba bien, si quería charlar. Ella le dijo que no, y los ojos se le llenaron de lágrimas. El barman le dió otro mojito y se presentó: "me llamo Martín", le dijo. Ella sonrió y le dijo un nombre falso. Era obvio que Martín se sentía atraído por ella, entonces la seguridad empezó a aparecer nuevamente. Lo llamaba "barman", no por su nombre, aunque el le decía "decime Martín" a ella la cachondeaba más el jueguito de oficios. Y así, un poco mareada, un poco segura, un poco fácil, le escribió en un papelito con delineador "a qué hora terminás?". Martín se acercó a su oreja y le dijo bajito "ahora".
Salió ella primero, se prendió un cigarrillo y se acomodó el push up. A los 5 minutos salió su barman. Era distinto en la calle, en el contexto cotidiano. Ella deseaba que la barra venga incluida a su alrededor. Intentó tomar un taxi, pero él la besó. Fueron a un hotel cercano. Se sentía sexy, libre, independiente. Cuando Martín la tiró a la cama ella quedó acostada boca arriba, y cuando el intentó sacarle la bombacha, se la rompió. Sí, le rompió la bombacha, preciosa bombacha, segura bombacha. Dos cosas podían pasar: que le gustara lo salvaje o que sea un pelotudo. Ella consideró la segunda opción, y después de una pausa de apróximadamente 3 segundos, se puso a llorar con los pedazos de vedetina en la mano.

Y a él, no se le paró más, claro.

domingo, 8 de mayo de 2011

Los pañuelos de tela son mejores que los carilina

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No se sabe si hace frío o hace calor. Una señora se saca los anteojos y se seca las lágrimas con un pañuelo de tela -muy parecido al que yo uso a veces, que era de mi abuela, muy parecida a esa señora- en el asiento contiguo a la puerta del medio del colectivo 127, que me lleva a Almagro. La señora tiene puesto un saco de lana marrón, con dos tigres abrazándose en la espalda. Se baja en Chacarita. Puedo intuír que va al Cementerio, o tal vez no, yo que sé. Estoy malhumorada, llego tarde, comí poco, me llaman por teléfono y me preguntan cosas que no sé, ni quiero contestar. Tengo ganas de comer sushi. Es muy tarde, pienso, maldigo vivir lejos, tengo poca, poquísima batería en el celular y con el último llamado, tengo menos. Paso por lugares que me traen recuerdos. De pronto, siento olor a sushi, no a pescado, a sushi. Me odio por quedarme dormida, por no hacer todo lo que tendría que hacer, por no tener planes para esta noche y la noche siguiente, por no podes arreglarme las uñas, depilarme, peinarme un poco. No tengo anteojos, tengo unos con una sola pata que uso de entrecasa y una receta de nuevos que no tengo tiempo de llevar. Pero los ojos se me llenan de lágrimas en el 127 con destino a Almagro, busco, revuelvo en mi cartera, y me las seco, con el pañuelo que era de mi abuela.

sábado, 7 de mayo de 2011

Las mañas

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Todos tenemos mañas, y más a la hora del sexo. El tema es cuando te cruzás con alguien más mañoso que vos, claro. Una vez, estuve con un tipo que le daban impresión los pezones. No sólo los míos, que no tienen nada de raro y nunca se han quejado de ellos, sino de todos, los míos, los de ellas, los de él. No soportaba el roce de pezones en su cuerpo ni que los suyos rocen el de otro. Se bloqueaba, realmente se bloqueaba. Y esto lo sé, lo digo, ya que lo confesó luego de que me saqué el corpiño. Fue muy sincero, sentí que se abría ante mí al contarme esta historia y ustedes, mis queridos pensarán: "a quién no le gustan los pezones?", bueno, he aquí la respuesta, existe la pezonofobia, y puede ser una de las causas y consecuencias de la Impotencia.

Por otra parte, hablemos de gustos, hablemos de sexo (como si no hubiesemos hablado de eso). El sexo es sucio, el sexo es fuerte, el sexo no es amor en sus comienzos, el sexo hace que transpiremos, que terminemos despeinados, despintadas, manchadas, entre otras cosas. El sexo es eso, el sexo es salvaje. Ahora, en cuanto a los hombres, se sabe que piden dos cosas fundamentales: la cola, y acabarte en la boca. Si no tienen suerte con ninguna de las dos, van por el lado de eyacular en cualquier parte de tu cuerpo, como si fuese lindo, como si fuese una crema humectante para rostro, como si una realmente desearía ser un tiro al blanco. Pero una a veces cede, por amor, por calentura, porque gastó en la cena, por un regalito o simplemente por gauchita, y se topa con un hombre, ese hombre, que no le gusta expulsar sus líquidos en otro lugar que no sea el preservativo. Ese muchacho, que no le gusta ensuciar las sábanas, ni su ropa, que no se vuelve loco porque ofrezcas una parte de tu cuerpo para ser bañada. Ni bien termina, corre a lavarse al baño, verifica que todo esté limpio y regresa con una, que claro, está pulcra, intacta, y con una cara de culo terrible, porque por supuesto el gataflorismo femenino indica que cuando no te piden algo, es porque no les gustás, etc etc.

Si hablamos de mañas femeninas, yo ya conté en este blog que cuando empecé a tener sexo me daba impresión el fellatio, ya no, claramente. Pero hoy por hoy, después de estos y otros tantos mañosos, me doy cuentas que mis mañas son bastante pelotudas.

Y ustedes?, tienen mañas?

martes, 19 de abril de 2011

10 tips

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Serie de tips para entender mi sistema:

1. Me gusta mucho la comida mexicana y el sushi, pero acepto nuevas propuestas. Las parrillas no me copan y el pancho bajonero dejemoslo para la tercer o cuarta cita.
2. No me copa estar 6 horas con vos por más copado que seas sin que haya beso. Por más liberal que sea el primer intento lo hace el hombre, si lo haces a la vuelta, después de 6/8 horas sos un lerdo.
3. No pago la mitad en un telo, nunca, no lo hice y no lo pienso hacer nunca, ahorrá.
4. No soy remadora, hay algo que tiene que estar duro, parado y adentro, no soy un crique, si no se te para, hablemos de la vida, no soy tan copada.
5. Fijate que linda bombacha tengo, no la pases por alto, seguramente fue una elección acorde a tu persona. Tampoco te hagas el salvaje e intentes romperla, seguro me salió cara o la traje de afuera, se te pudre el rancho.
6. No me agarres la mano por la calle, me da vergüenza, me transpiran las manos y me hace sentir una pelotuda, no me pongás en el disgusto de tener que buscar una excusa para soltarte o quedar como una amarga insensible al decirte que no me gusta ir de la mano.
7. El hecho de que ya garchamos no significa que se suspendan las citas, podemos tener una conversación amable, una linda cena y aún así garchar a lo loco, pensalo.
8. No me compares con otras minas, ni bien ni mal, sé caballero.
9. Si me quedo a dormir en tu casa no es porque quiero casarme con vos, sino porque vivo lejos y a la madrugada se complica viajar. Si no te gusta, llevame a casa o pagame un taxi.
10. No te chamuyes a mis amigas, pelotudo, hay un montón de minas en el mundo, si no te dan bola, menos te van a dar bola mis amigas.


Bonus track: no te hagás el poronga por msn, en la cancha se ven los pingos, pelotudo.

jueves, 14 de abril de 2011

Predicción

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Nos citamos en la esquina de corrientes y medrano, voy a tener una flor roja en el pelo y medias negras, soy normal, tal vez te cueste reconocerme, tal vez haya mucha gente exótica a mi alrededor y entonces puedas hacerlo con facilidad. Yo sé que te voy a reconocer, igual, es más, tal vez no esté, tal vez esté haciendo tiempo en el shopping que está a unas cuadras para no quedar como que yo estaba primero, voy a llegar, te voy a decir que se me hizo tarde, que se me complicó con el transporte o que me encontré con una amiga, pero en realidad estaba en el baño del abasto arreglándome para vos. Pero te voy a reconocer enseguida, te revisé todo el facebook, vi todas tus fotos, una por una, vi tus cambios de look, creo que te queda muy mal el pelo con gel pero bueno, es tu elección, a mí me gustaba cuando tenías el pelo largo y quedabas medio rockero. Pero te reconozco, te voy en la esquina y yo voy a estar a mitad de cuadra y voy a reconocer esa remera que sale en algunas fotos de algunas salidas que vi en tu red social, se nota que te gusta mucho o que no tenés otra. Yo me puse mi remera favorita, bueno, no sé si mi favorita pero sí la que nunca falla y esta nunca falla, siempre me queda bien, y sobre todo porque es negra y hoy me sentía una ballena antes de salir, me probé 50 vestidos originales pero decidí quedarme con la remera negra. La flor del pelo me da un toque que sé que te gusta, o capaz ni vas a mirar, pero me combina con el rouge y las uñas. Me voy a mirar en todas las vidrieras mientras voy a tu encuentro verificando que estoy bien, pero a las dos cuadras voy a notar que no me depilé bien el bozo y voy a entrar en crisis y a rogar que vayamos a un lugar sin mucha iluminación. Pero vos no lo vas a notar, claro. Vamos a ir a tomar algo a algún barcito con onda, una stella o algo así, y entre maní y maní me vas a empezar a preguntar por mis novios, me vas a preguntar por qué quise conocerte y yo me voy a hacer la boluda diciéndote que te quería conocer "porque creía que me ibas a caer bien", pero en realidad es que te quería garchar de parado, a lo que vos me vas a responder que que bueno que nos conocimos, que linda me queda la flor en el pelo y que sos muy fotogénica y linda. Y ahí van a pasar unos 2 minutos medio incómodos hasta que él se va a acercar, me va a besar, vamos a chapar un ratito y te va a decir de ir a un lugar más tranquilo. Ese lugar puede ser su casa o un albergue transitorio, no sé bien si vive solo o con alguien o si le da cosa que una desconocida vaya a su monoambiente. Y voy a ir, voy a rogar que no tenga fuertes luces para que no se me vean los bigotes y cuando llegue voy a ir al baño después de chapar un ratito, voy a tirar el protector diario si es que tiene tacho de basura y sino me lo voy a guardar en la cartera envuelto en un papel higiénico, me voy a retocar el maquillaje, voy a verificar si mi bombacha está bien puesta y voy a salir, nos vamos a besar, vamos a coger, vos arriba, después yo, tal vez hable un poco y voy a esperar a ver si le gusta o no. Vas a acabar él primero, yo no creo, las primeras nunca se acaba. Va a fumar un cigarrillo y me va a convidar pitadas. Va a decir que al otro día tiene que levantarse temprano, me va a llevar a mi casa o a pedir un taxi, voy a llegar a mi casa, voy a dormir, con su perfume todavía, un perfume bastante pedorro. Van a pasar tres días y le voy a mandar un mensaje que no me va a contestar.

Y no me va a llamar más.
Y se pone en el facebook en una relación.

sábado, 12 de marzo de 2011

Dieta desintoxicante

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Suprimir las harinas, los dulces, la leche. Dos o más litros de agua por día, nada de ázucar, huevos tres (3) por semana, más no. Fiambres todos menos mortadela y salchichón. Nada de embutidos. Queso light. Gaseosas Light. Chicles Beldent. En caso de mareos o dolor de cabeza comer un dulce y no consumir nada más en el día. El ejercicio es muy importante, caminar, correr, aerobics, pero no es obligatorio. Siguiendo esta dieta al 100% aumentan los resultados. En una semana complicada, donde el mundo se viene abajo y pensás que el 2012 no está tan lejos, hay que seguir la dieta al pie de la letra. Nadie quiere llegar al fin del mundo gordo. Nadie. Y sí, en una semana vas a bajar unos tres (3) kilos aproximadamente, te verás delgada, esbelta, los jeans que no te entraban te entrarán. Podrás lucir tus clavículas con orgullo, tu rostro no se verá tan redondeado y tu busto será ínfimo (no aplica para quienes tienen siliconas). Ya no importan tus nervios, tus mareos, ni la alergía que te salió por discutir tanto, lucirás tus piernas delgadas con la frente bien alta. Deberás mantenerte sin comer harinas, sin comer postres, sin tomar alcohol. Si sales con tus amigas y ellas se pierden en los placeres de los dulces, andá comida, comete una ensaladita de rúcula o una (1) lechuga antes de salir a verlas. Los hombres caerán rendidos a tus pies, querrán agasajarte por tu cambio, serás la reina. Las mujeres te envidiarán y querrán ser como vos.

Y mientras tanto, en Japón ya confirmaron 1700 muertos.

jueves, 10 de marzo de 2011

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Y apareció él, después de varios mensajes fallidos, idas y venidas, apareció. Nos habíamos conocido en un boliche hacía un mes. Lo recordaba alto, con onda, pelo medio largo y muy buen besador. Me acuerdo que tenía una camisa cuadrillé que pegaba perfecto con la onda del lugar. Mensaje va, mensaje viene, algún que otro llamado, poca coincidencia de horarios. Hasta que llegó el día, de devoto a palermo, con tacos de madera un tanto incómodos nos encontramos en plaza armenia. Las luces de ese boliche habían hecho maravillas en su rostro, pero no nos dejemos juzgar por las apariencias y sigamos. Era él, con la misma camisa de aquella noche, con esa onda cheta chic, él, con el que caminé 20 cuadras con mis zuecos para encontrar el bar que quería, él, que me preguntaba las cosas por lo menos dos veces, él, que se tomó un gin tonic, una corona y terminó con un whisky, él, que estaba ahorrando, él, que no sabía muy bien para qué estaba ahorrando, él, que me confesó estar ahorrando para comprarse un departamento, pero que en realidad ya tenía uno, él, que se iba ir a New York pero se va a Chile por el idioma, él, que piensa que habla con un acento incomprendible, él, que no sabía nada sobre mí, y tampoco lo entendía, él, me dijo cuando casi me caigo en una calle rota que una vez salió con una chica que se había caido en una cita y no la vió nunca más, él, si, él.

Con él, yo creía que iba a coger.

Pero claramente no.

jueves, 3 de marzo de 2011

Vergûenza



Una vez me subí al auto del vecino (joven y potable) pensando que era un remis.
Una vez mandé un mensaje por msn a un chongo por error (mensaje que hablaba de él).
Una vez pasé por adelante de un chongo por hacerme la estrecha e interesante en un boliche y me caí.
Una vez fuí a la prueba de sonido de Alex Ubago y me saqué una foto con él.
Una vez me preguntaron si estaba embarazada en el subte para darme el asiento.
Una vez indispuesta manché la silla del colegio.
Una vez casi le vomito al pibe después del fellatio.
Una vez me agarró hipo durante el fellatio.
Una vez me fuí hasta Monte Grande para coger.
Una vez fuí al casting de High School Musical.
Una vez -o varias- fingí orgasmos.
Una vez me sonó la alarma del celular en una función.
Una vez no me bañé por 6 días.
Una vez hice el desafio activia y no me sirvió.
Una vez fuí a espiar a un chongo.
Una vez me puse a llorar mientras garchaba con un pibe.
Una vez escuché a una amiga garchar en otra habitación.
Una vez le manché de sangre la cama a un chongo.
Una vez me depilé el bozo en el tren.
Una vez un chongo me dijo que tenía bigotes.
Sí, el mismo para el cual me depilé en el tren.

Una vez le creí.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Once upon a december...

En mi último viaje, al cual fuí sola, a descansar, a pasear, a crear, a ver teatro y a desconectarme de mi mundo en Buenos Aires, me pasaron varias cosas que iré contando -o no- en los próximos post. Estuve colgada estos días, siempre escribiendo pero sin publicar, no sé, falta de inspiración, de anécdotas, pero creo que es hora de contarles sobre el Ruso. Todos los que lean esta entrada, se imaginarán que hablo de un Ruso que conocí en New York. Sí, no es más ni menos que eso. Llegué un viernes por la mañana, luego de instalarme en el hostel, paseé por Times Square, me compré unas botas divinas a 20 dólares, comí y reservé una entrada para un show de jazz esa noche. Cuando estaba volviendo, a una cuadra por la misma calle de mi hotel, había un bar. Me acordé el nombre, volví a mi cuarto y lo googleé, -no sea cosa que me meta en cualquier antro- y ví que era ideal: tragos baratos+lindo ambiente+cerca del hostel. Entonces, esa noche, antes de irme al show de jazz me puse mis botas newyorkinas, me maquillé, me puse gatuna y me fuí al bar. Me senté en la barra -claro, soy sola- cual gato en Killkenny y pedí un cosmopolitan. A los 5 minutos de sentarme -modestia aparte- empecé a recibir tragos, mensajes, y saludos (a través del barman) de señores de los alrededores de la barra y mesas. Me sentía como Carrie Bradshaw del conurbano bonaerense y recibía los tragos y mensajes pero pocos daban la cara para venir a chamuyar. Algunos sí, ojo, pero ninguno valía la pena. Hasta que llegó él. Rubio, zarpadamente rubio, alto. Lo había visto en la otra punta de la barra y le eché algunas miradas argentas, mientras rebotaba a algunos especímenes. Se acercó, con un acento medio extraño en su inglés me preguntó cómo estaba, que me estuvo mirando y que quería invitarme una copa. Ja, que original, le pregunté de dónde era. De Rusia, me dijo. Rarísimo, una argentina y un ruso hablando en un inglés inentendible en un pequeño bar after office en New York. Bien el ruso, educado, copado, gracioso (lo que le entendí), me invitó a cenar al día próximo, sábado, me dijo que me iba a llevar "al mejor lugar de la ciudad", upa upa, espero que ese lugar sea un telo, pensé yo, pero después me acordé que en New York no se usan los telos, sí los Howard Johnson y esas cosas, así que saqué esos pensamientos de mi cabeza.
Llegó el sábado, me pasó a buscar por mi hotel, fuimos a comer sushi. Claro que no me sorprendí en comer sushi, no me pareció el mejor lugar de la ciudad, pero bueno, le puso onda. Fuimos a su departamento, más que departamento era estudio, con entrepiso y eso. Ojo, puede sonar que fué rápido, pero les aseguro que el ruso era bastante lento. Hablamos de la vida, tomamos un poco, me contó sobre Rusia, de que hacía 7 años vivía en NY y yo me transportaba en Moscú y me sentía la princesa Anastasia pero morocha. Llegó el momento... vamos a inaugurar New York...


Sí, lo que tenía de lento en el chamuyo, lo tuvo de rápido en la inauguración, 5 minutos, y soy copada. Claro que cuando viaje a Rusia... va a ser solo para turismo.

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miércoles, 5 de enero de 2011

Pinchar el globo

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Cuando le ponés todas las pilas a algo, cuando te copás con algo y cuando te pinchan el globo. Te pinchan un globo y caés en la realidad de que el esfuerzo vale muy poco y que la ilusión no vale nada. Cuando los que te quitan la ilusión son personas que amás, que admirás, que querés. Cuando no hay confianza. Cuando hasta en las cosas más chiquitas, más pelotudas no hay confianza. Cuando ya no sentís esa apuesta a tus cosas, a lo tuyo. Es cuando te ves sola, cuando te ves sin fuerzas, que todo ese mundo que te creaste desapareció con una palabra o con una frase, o con un gesto. Desapareció por otra persona. Con mala, con buena intensión pero hizo que desaparezca. Cuando las lágrimas brotan, sin parar. Cuando te duele la cabeza de tanto llorar y pensar que hiciste o que hacés todo mal. Que disfrutar y reirse está mal, que hacer chistes está mal. Que ilusionarse y luchar por algo está mal. Que no vas a llegar a ningún lado. Que no vas a tener éxito, que no vas a llegar al objetivo. Y te volvés a ver sola, y débil, y tratás de buscar esa fuerza que tenías, que no sabés a dónde fué a parar, quién se la robó. Y buscás buscás buscás, y no encontrás nada. Seguís sola.
Y no sabés para donde ir, ni con quién, ni qué carajo hacer con esas lágrimas.

martes, 4 de enero de 2011

El ideal del vuelo

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=3jaGHOrqnUI?fs=1]


En el vuelo para irme a New York en diciembre, además de ir sola en general, viajé sola en la parte de la ventaanilla del avión, claro, estaba la ventanilla, yo, y un asiento vacío. Fué ideal, claro, para estirar las piernas de coté, para dejar la notebook, la cartera, lo que había comprado en el free shop, la mantita y la amohadita que te dan. También servía para dormir instantáneamente después de la comida pedorra del avión, dejándola en la mesita del de al lado y no tener que esperar a que pasen con la basura. También para robarle al otro el kit para dormir y los auriculares. No tenía que pedir permiso para ir al baño. Todo pintaba ideal, más cuando te acordás que al de American Airlines le hiciste jodas -no tan jodas- de que te sienten al lado de un soltero menor de 35 o que no te sienten ninguna señora molesta o que ocupe mucho espacio. Todo era perfecto, segunda fila luego de la puerta de emergencia. Claro que el que estaba en la primera fila de la puerta de emergencia, ese si era afortunado, ese podía estirar como quería las piernas. Tenía la mesita como si fuese un pupitre de escuela y todo era más cómodo para él. Además, estaba en mi misma situación: solo. Estaba sentado solo. Se pudo robar la mantita, la almohadita y los auriculares y encima, podía estirar las patas. Un guacho. Le tomé tanta bronca tanta bronca que creo que fué loco, ver lo bueno que estaba ese guacho. Guachísimo. No comió. Se tomó un whisky y durmió todo el vuelo. Un tipo que pintaba soltero, que se paró un segundo para ir al baño y bastó para quedar atónita. Alto, facherísimo, pinta de geek, pinta de sorete, con un pelo y ojos preciosos, pinta de macho, ojo, y claro, pinta de sorete. Toda la tecnología. Un ipad, iphone, medio apple encima. Debe ser yankee. No, era argentino, lo escuché hablar con la azafata. Tomó whisky, que macho. Hasta que se durmió. Y no se despertó en todo el vuelo. Ya había perdido las esperanzas, seguro es casado, seguro es fiel, seguro no le gusto, no le puedo gustar a nadie en un vuelo, estás crota, hinchada, incómoda y lo único que querés es llegar a algún lugar para dormir bien y bañarte.
Aterrizamos. Eran las 5:20 am. Migraciones de USA abría a las 6am, por ende, tuvimos que esperar en el avión 40 min. 40 min sin poder bajar las valijas de mano, sin poder sacarte el cinturón de seguridad. Claro qu este avión estaba repleto de argentinos y eso nunca se respetó. Cruzada de brazos, mirando un punto fijo, ojeras, pelo que hace lo que puede, escucho una voz. Una voz que venía de adelante. Del asiento del bombón, del papurro, del chongazo ideal. "Estás enojada? jaja!", no sé, no sé que mierda respondí. Nunca soy tímida, es la verdad, pero estaba en inferioridad de condiciones, él estaba divino y yo no, pero me hablaba. Y me habló un rato más, sí, no le habló a nadie, y me habló a mí. Me ayudó a bajar mi valija. Cuando bajamos, el estaba unas 5 personas delante mío en la fila para pasar a migraciones. Me hacía caritas en la fila. Se me caía la bombacha. No tardé nada en migraciones, nada. Fuí a esperar las valijas.

Cincuenta minutos esperando las valijas. Y cuando me quise acordar, ya no estaba. No lo encontré en la Gran Manzana. Tampoco en el vuelo de vuelta. Tampoco estos días en Buenos Aires. Pero lo encuentro siempre en mis sueños.