lunes, 1 de febrero de 2016

Las obligaciones de novia

Desde la última entrada de este blog, me casé. Sí, lo impensado, lo imposible, yo casada. Si bien hacía varios años que ya estaba en pareja, decidimos casarnos y no fue una situación digna de comedia romántica, como una se imagina, con el hombre arrodillado y un anillo de diamantes y la Torre Eiffel de fondo. No, no fue así. Para nada. Fue más bien algo charlado y concretado en la fábrica de pastas del barrio, mientras pedíamos ravioles de pollo que dijimos: "Bueno, podríamos casarnos en mayo, o mejor en julio así juntamos más plata". Y así, comenzó con una reunión chiquita y terminó en una fiesta para 100 personas, con vestido blanco y cura. La pasamos de puta madre, aunque los últimos meses fueron intensos. El estrés que tiene la novia no es por el novio, ni por si está segura de casarse con él o si le surgen amores de su pasado que vienen a impedir la boda, el estrés de la novia surge por una sola cosa: ADELGAZAR.

Fueron 4 meses de locura, de sufrimiento. Hice una dieta que se llamaba Pronokal. Sí, la misma que hizo Nancy Duplaa, Matías Alé y Máxima de Holanda. Y Boudou. Todas esas figuras notables hicieron la misma dieta que yo. Claro que todos esos tienen plata y yo no tanto. Me embargué para adelgazar, una cosa muy loca porque si sabía que me iba a embargar tanto dejaba de comer directamente, porque no es que con Pronokal comes sushi y caviar como para lo que sale. En fin, me maté, comía muy poco (son sobrecitos y ensalada, básicamente), iba al gimnasio y me hacía tratamientos de estética. Es decir, todo en pos de mi belleza ¿para qué? ni siquiera para mi marido, porque él ya había aceptado casarse conmigo así como estaba. Tal vez para mí misma, o para salir flaca en las fotos, en el video, o para que todos digan ¡Ay! ¡qué flaca estás!. O tal vez para poder usar la bikini en la luna de miel. Espera... ¿Para poder usar?, ¿qué, si estás gorda NO podes usar bikini?. Y ahí me pongo a pensar en todas las justificaciones que tuve cada vez que hice dieta, y como uno critica a la sociedad que juzga a las que tienen kilos de más, o a la publicidad que nos obliga a tener cuerpos perfectos y me pongo a pensar y a pensar y a pensar y llego a la conclusión que no fue ni la sociedad, ni la publicidad, fui yo.

Y no voy a cerrar con una moraleja para pensar ni mucho menos, porque no es algo que tenga 100% resuelto y no me considero quién para decir, no hagan dietas, no se dejen engañar y esas cosas que dice la gente. Hagan lo que las haga felices. Y si se quieren gastar la plata que te pide Pronokal en un viaje, en ropa o en 20 combos de Mcdonals, háganlo. Pero sobre todo, no consideren que no pueden hacer algo por estar gorda o flaca. Porque ahí la que juzgas sos vos.