martes, 18 de febrero de 2014

Parecidos

Mi abuela cuando era chica me decía que era igual a Marcela Kloosterboer. Yo tenía pelo corto y granos en la cara y pesaba la mitad de lo que peso ahora, con joggins gigantes adidas, pero la miraba y le decía, sí, puede ser. Y cada vez que "Marcela Klosterboler" aparecía en la pantalla ella decía, "ahí está, la klosterboler, igual a la Belencita". Me han encontrado varios parecidos, la mayoría favorables, todo dependía de mi corte de pelo y qué tan gorda estaba. Me dijeron Catherine Zeta Jones, Amelié, Celeste Cid, Erica Rivas, Katy Perry y... Natalia Oreiro. Dependiendo del gesto o maquillaje, o tal vez peinado o vestuario me parecía más o menos. De acuerdo a los ojos del que lo decía era sincero o un chamuyo del momento para comprarme. Ojo, no es posible que encontrarte un parecido sea motivo de levante, por mi cabeza puede pasar que sos un loco obsesionado con esa artista, pero no que me querés levantar. Nunca. Nunca se me ocurrió usarlo a favor en un casting. Vieron que hay gente que en su cv actoral pone: parecido a Chayanne, imitador de Shakira. Las notas de prensa usan "la nueva Pampita", y otros términos colgándose de los pechos de los famosos. No se me ocurre poner tantos nombres cuando me preguntan parecidos o que me nombren "la nueva Oreiro". El ser parecido a alguien es un medio pelo: nunca llegas a ser esa persona, pero un poquito sí. Osea, una cagada. Una cagada que todo el rato que queda después de que te encontraron un parecido te creas esa persona, actúes como ella, busques ropa parecida a la de ella. Podés parecerte a Amelié con tu corte francesito pero nunca vas a serlo. Podés tener un aire a Catherine Zeta, pero no te vas a casar con Michael Douglas, ni tampoco vas a hacer Chicago. Podés tener un mínimo viento a Katy Perry... pero no, definitivamente no lo sos. Así que yo en el campo "parecidos", relleno "La Klosterboler" y listo.