miércoles, 14 de diciembre de 2011

Fideitos para guiso

Aún hoy me parece extraño no verlo. Me parece raro pasar por la esquina de la casa sin pasar un rato. Aún hoy y aunque pasaron tantos años me sigo acordando de su risa, de sus chistes, de su radio y su pelopincho del verano. Me sigo acordando el gusto de los fideos gnocchi (que eran los únicos que me hacía) en los platos blancos de lata, de el juego de las manos que hacíamos y de que a dos gatos les puso Benito.
Pasaron años, varios. Las leyes de la vida nos separaron cuando yo todavía era una púber, no estuviste en mis 15, en mi egreso, ni en otros momentos importantes, así que me acostumbré a no tenerte. Cuando a veces no te recuerdo o me olvido una fecha, pasan cosas como me pasaron ayer, que te soñé, soñé con escribirte, con que leías lo que te escribía y entre lágrimas dormida me dí cuenta lo mucho que te extraño, cómo me gustaría tenerte acá. Quedó en un sueño, claro, de esos que son muy reales pero al otro día te levantás y no te acordás bien qué soñaste.
Anoche haciendo las compras en coto, entre góndola y góndola ví algo que hacía muchísimo no veía. Las cosas pasan por algo, creí siempre. Y yo creo que me mandaste una señal. En la góndola de los fideos, los primeros que ví fueron los gnocchis que siempre me comprabas, de la única marca que creo que existe y en oferta. Los compré, comí guiso de fideos y se me cayeron un par de lágrimas en el Coto, y mientras escribo esto. Yo también te extraño, Papi Beto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario