domingo, 4 de diciembre de 2011

Todo un inmenso jardín...



Una vez me dejaron plantada en el Abasto. Un chico que me encantaba, fué y como llegué un rato más tarde se fué y me dejó plantada. No me avisó al celular, nada. Llegué, lo esperé 30 minutos y cuando lo llamo el ya había planeado una cena con sus amigos. Lloré, lloré mucho. Me hice 50 minutos de viaje para verlo y el se fué. No había pasado nada con él, y me dejó plantada. Le grité por teléfono, le dejé mensajes gritando, dí pena y bronca al mismo tiempo. Daba pena, caminaba por Corrientes con lágrimas en los ojos y cara de loca. Me fuí a ciber que había al lado de Azucar Almagro y le mandé un mail diciéndole lo forro que era, que cómo me había dejado plantada. Volví al shopping, esquivando a Barney y a Spiderman de la puerta, intenté calmarme y me volví a mi casa.

Pasó el tiempo, no hablamos más, hasta que de un día para el otro volvió. Hablamos, perdones, cosas que pasan, y volvimos a fijar un punto de encuentro, esta vez, era Amerika, el boliche gay. Nos encontramos, finalmente ahí. Cuando nos vimos nos quedamos hablando un rato, él se encontró a una chica, no sé quién era esa chica, la saludó y se quedó hablando, lo cual me dió celos y me fuí a dar una vuelta. Cuando volví, recibí una explicación sobre que la chica no era más que una amiga y que no me ponga celosa. Y en la barra donde daban el champagne, nos dimos un beso, el primer beso. Ese fué el primero de muchos otros besos que nos dimos.
La primera vez que estuvimos juntos fué en su casa, fué una cena especial, esas cenas que sabés que son únicas, una cena cursi. Una cena con velas, sushi y champagne. Yo tenía una bombacha amarilla y blanca, comprada especialmente para la ocasión que me hacía juego con la flor amarilla que tenía en el pelo. La primera vez fué ideal. La química fué ideal.
Pasó el tiempo, pasaron las salidas, el verse muchas veces a la semana, compartir recitales, lugares, amigos. Llamadas interminables por teléfono, frases: "sos tan linda, vos me vas a romper el corazón a mí", y yo me reía. Pasaron las peleas, bipolaridades, peleas, mas peleas, reconciliaciones, te quiero, no te quiero, quiero estar solo, quiero estar sola. Siempre volvíamos. Las palabras no tenían peso, las peleas tampoco. Siempre volvíamos.
Hasta que no volvimos más. Basta, era un basta de verdad. Pero después del basta siempre hay vueltas, vueltas buscando sexo, vueltas buscando la bombacha que te olvidaste aquella vez... vueltas, vueltas por tus amigos en común, vueltas por encontrarte en x lado. Hasta que llegó mi cumpleaños. Un cumpleaños que festejé en el lugar donde nos besamos, en Amerika. Y como Amerika dá para todo, el fué. No sé bien todavía cómo se enteró, podemos decir que me conocía lo suficiente para saber que siempre festejo mi cumpleaños ahí. Llegó solo, solo y borracho. Borracho, solo, arruinado. Un amigo vino a advertirme que estaba. Que estaba solo. Solo, borracho y arruinado, ya lo dije?. Vela derretida, me dijo mi amigo que parecía que tenía en la cara. Yo no estaba sola. Estaba con amigos y con un chico. Lo insulté, lo eché. Me fuí con el chico y el se acercó y me tiró un trago encima, que esquivé, claro. Se quedó merodeando, hablaba con mi amigo, le decía que el chico que estaba conmigo era un gil. Que me había ido a buscar. "Qué te pensás? que te va a esperar siempre a vos?", le dijo mi amigo. Lloré, en mi cumpleaños, en amerika, lloré en el baño, mientras una amiga me consolaba, y un travesti me peinaba. Y otro me decía "No tenés que derramar ni una sola lágrima por un hombre, ni una". Yo tenía unas medias increíbles, que se arruinaron al caerme en medio de la pista. Me fuí. Hablé por msn al otro día, y le dije una frase que nunca pensé que le diría "vos me rompiste el corazón a mí".
Porque las cosas cuando empiezan mal, siempre terminan mal. No es como en las películas.
Y así, Amerika se convirtió en el lugar donde nos vimos por primera y última vez.

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